Época: Guerras Israel
Inicio: Año 1900
Fin: Año 2004

Antecedente:
El papel de Ariel Sharon



Comentario

La tragedia vital de Arik Sharon, como militar y como político, ha sido su incapacidad para ver más allá; un gran táctico con nula visión estratégica. Quiso terminar con el proceso de paz e intuyó que su paseo por la Explanada de las Mezquitas lo iba a conseguir y acertó; supuso que su desestabilización de Barak le terminaría por dar el poder y lo logró. A sus 72 años, ganó las elecciones de 2001 y llegó a la jefatura del Gobierno con su mentalidad de siempre: rechazó la devolución del Golán a Siria y de los territorios ocupados a los palestinos; ridiculizó los acuerdos de Oslo y posteriores; desacreditó a la Autoridad Nacional Palestina, proponiéndose convertir a los palestinos "en reservas indias"... Cuando juró el cargo de jefe de Gobierno, se recordó una vieja anécdota: en 1953 se buscaba un jefe de Estado Mayor para el Ejército de Israel y uno de los candidatos preferidos del primer ministro, Ben Gurion, era el general Laskov, al que calificaba como "el mejor soldado de Israel" en cuanto se le brindaba la oportunidad; tras haberlo oído muchas veces, el entonces mayor Sharon comentó: "lo que aquí necesitamos no es un soldado, sino un general".
En 2001, cuando se precisaba de un gran político, capaz de vertebrar internamente a Israel y conducirle a la paz con los palestinos, se eligió a un soldado, famoso por su odio a los árabes y por sus cortas miras. Moshe Dayan decía de él: "Como jefe de batallón no tiene igual; pero donde se necesita un estratega, Arik se pierde". Y Arik se perdió. En sus años de gobierno, la sociedad israelí está más fragmentada que nunca; en su Ejército comienzan a ser significativos los casos de objeción y protesta; la economía está en recesión: (crecimiento negativo, más del 10% de paro y nula inversión extranjera); la Intifada ha cosechado un millar de muertos; el Ejército emplea aviones, helicópteros y tanques contra la población civil y destruye las infraestructuras levantadas con dinero de la Unión Europea, provocando la protesta de Bruselas; sus servicios secretos asesinan a los sospechosos de terrorismo; Tel Aviv suscita nuevas condenas de la ONU -frenadas por Washington en el Consejo de Seguridad- por el empleo desproporcionado de la fuerza, por incumplir sus resoluciones y por burlarse de ellas denominando territorios disputados a los territorios ocupados. El propio Sharon obstaculiza las negociaciones con los palestinos, exigiendo un plazo sin incidentes, lo que entrega las negociaciones de paz al albedrío de los terroristas de uno u otro campo; se le señala como primer beneficiado del asesinato del ex ministro libanés Eili Hobeika, testigo de cargo de la acusación presentada contra él ante la justicia belga; y lamenta públicamente no haber liquidado a Arafat en 1982# A tal obscena ostentación de odio no se había atrevido ningún jefe de Gobierno contemporáneo.

Como no le mató hace veinte años en Beirut, ha tratado de desprestigiarle, acusándole incesantemente de terrorista ("Arafat es nuestro Bin Laden") y durante mucho tiempo le tuvo recluido en sus oficinas de Ramala y le buscó sustitutos... La situación de Sharon frente a Arafat y al hipotético Estado palestino constituye la quintaesencia de la política del jefe del Gobierno israelí respecto a la cuestión palestina: "Si no hay otro remedio, los palestinos se quedarán, pero donde yo quiera; tendrán un estado, el que yo diga y cuando yo lo decida; su jefe será el que yo elija..." Y entre tanto, la Unión Europea se muestra partidaria de un Estado palestino, pero sin ponerse de acuerdo sobre cómo, cuándo y en qué condiciones. Por su parte, el presidente Bush "está muy preocupado por la suerte de los palestinos que no son terroristas", pero ha renunciado a impulsar la paz en los términos auspiciados por su país a partir de 1993 y a mantener una cierta neutralidad, indispensable en cualquier papel mediador. Con estos planteamientos, la paz en el Próximo Oriente llegará ad calendas graecas. Un panorama aún más complejo desde la muerte de Arafat, en noviembre de 2004.